Sponsors

Online

Hay 113 invitados y ningún miembro en línea

Peñiscola

Peñiscola El intenso azul del Mediterráneo envuelve la enorme roca, antaño islote, sobre la que se levanta la fortificada Peñíscola, una ciudad de cine, de ensueño y casi mágica, coronada por un castillo templario desde el que el Papa Luna, Benedicto XIII, animó el Cisma de Occidente y rigió el destino de la Cristiandad durante años. La espectacular fortaleza, las empinadas callejuelas que se aprietan entre murallas, los espléndidos humedales, sus doradas playas y la agreste naturaleza de la Serra d’Irta, permiten unos recorridos urbanos y naturales que, por sorprendentes y bellos, sobrecogen al viajero.

La Fortaleza

Lugar de encuentros y desencuentros en el Mediterráneo, Peñíscola permanece evocadora a pesar del paso de los siglos. La ciudad siempre ha estado encerrada entre murallas y flanqueada por las doradas e infinitas arenas de sus dos playas. Fortaleza natural inexpugnable y con una providencial abundancia de manantiales, como el de Dins, la Petxina o la Font de Sant Pere, acoge medio millar de casas construidas en calles estrechas y empinadas, tortuosas vías de marcado carácter medieval.

La ruta puede empezar y terminar en una de las puertas de la ciudad, la de Sant Pere, el Portal Fosc y la de Santa María por las tres se puede acceder y salir del bastión, conocido por los romanos como Pene Iscola (casi isla), ya que estaba unido al continente por una estrechísima lengua de tierra. La primera puerta de acceso a la fortaleza, la de Sant Pere, formada por un arco rebajado de sillería conserva sobre el dintel el escudo nobiliario de Pedro Martínez de Luna, el Papa Luna, quien mandó construir esa puerta para crear una salida al mar.

Desde el Portal de Sant Pere, la calle de las Atarazanas que sigue el curso de la muralla medieval lleva hasta el Bufador, un túnel natural por el que entra y sale el agua del mar provocando ruidosos bufidos los días de temporal. Dicen en Peñíscola que esa brecha en la roca sirve para que el Mediterráneo respire.

Museo del Mar

La ruta llega al Baluarte del Príncipe, donde el edificio de las antiguas escuelas, inmortalizado por Berlanga en su Calabuig, acoge un museo creado para la conservación y difusión del patrimonio marinero de Peñíscola.

Desde el museo, hay que adentrarse por las sinuosas calles y recoletas plazas de encaladas casas blancas, muchas convertidas en encantadores restaurantes y comercios que dan pistas de su pasado marinero y permiten conocer los encantos de la villa. Desde el faro, bajo el castillo, por el día puede verse como los rayos del sol resbalan por las piedras húmedas, rugosas y torturadas por el mar que sostienen las murallas y como se cuela entre las casas blancas.

El Baluarte del Príncipe permite al viajero adentrarse por las calles que trepan hacia el castillo y descubrir viejos rincones cargados de historia, probar el extraordinario licor de kola, sacado de la nuez de kola, o la tisana del Papa Luna, famosa porque sus bondades salvaron la vida al Sumo Pontífice después de ser envenenado con arsénico.

Alrededor del Castillo

Peñiscola CastleEl faro y la casa del farero, desde donde se llega al mar por sinuosas y escarpadas escaleras, hoy sin acceso, y según la leyenda construidas en una sola noche por el Papa Luna, marcan la mitad de la ruta.

Tras bordear el castillo, omnipresente en la película El Cid de Anthony Mann, la ruta vuelve a meterse en las blancas plazas como la de Armas y la de la Ermitana, presidida por una ermita barroca centro de la devoción popular.

El Portal Fosc es una puerta atribuida a Juan de Herrera, construida con piedra blanca y adornada con motivos militares y desde la que se accede al cuerpo de guardia. El Portal Fosc fue la entrada principal de la ciudad hasta el siglo XVIII y todavía conserva el escudo y cartela de Felipe II.

El Portal Fosc lleva directamente hasta la Plaza del Ayuntamiento, presidida por la Iglesia Parroquial de una sola nave y construida tras la Reconquista, de esta época tiene todavía su portada románica. El templo alberga las joyas de Benedicto XIII, como la Cruz Procesional, pieza gótica de plata y cristal de roca con imágenes labradas y con las armas de Pedro de Luna y la Piedad, así como el Cáliz del Papa Luna de plata dorada con esmaltes de Limoges. También alberga el relicario Lignum Crucis de Clemente VIII y la Cruz Procesional de Felipe II.

Puerta de Santa María

En la última parte del recorrido, siempre siguiendo el curso de las murallas medievales con algunos tramos reconstruidos en el siglo XVIII, la ruta pasa por la Batería Alta del Maset, la del Boctoglio, la baja del Maset y por el Polvorín en el Parque de Artillería, justo donde empieza la muralla renacentista. El Baluarte de San Fernando, el de Santiago, el del Calvario llevan a la Batería del Olvido, llamada así, según una leyenda, por un despiste de las tropas francesas que en su ascensión al castillo se dejaron un soldado herido.

Un poco más adelante, tras pasar el Portal Fosc, la ruta lleva hasta la Puerta de Santa María. La ruta urbana termina en esta puerta que sale a las playas, desde donde Peñíscola exhibe sus aires de fortaleza al contemplar una ciudad eterna por culpa del cine, de su propia historia y de una naturaleza que permite espectaculares recorridos entre el Mediterráneo y la Serra d’Irta, declarada Parque Natural.

El sendero PRV-194

El viajero encontrará en Irta muchos caminos que surcan la sierra. Rutas bellas y duras que recorren la agreste naturaleza que Peñíscola comparte con Alcalà de Xivert y Santa Magdalena de Pulpis. El sendero, de dificultad media, es circular con una longitud de 26 kilómetros y se inicia en el camino de la ermita de Sant Antoni. El tiempo estimado de la marcha es de seis horas, que se convierten en siete si se realiza la visita al castillo de Pulpis. La ruta cuenta, además, con tres variantes que permiten la visita a otras zonas de la sierra.

Desde la ermita de Sant Antoni, construida hace más de cinco siglos, tiene algunas dependencias que permanecen abiertas siempre, como la sala de la chimenea, un hogar circular rodeado de bancos de piedra adosados a los muros.

De la parte trasera de la ermita sale una senda que serpentea por el paraje de Avellanencs y lleva hasta un desvío con dos ramales, uno hacia el castillo de Pulpis de origen musulmán y que pasó por manos de Templarios y de la Orden de Montesa y el itinerario principal que se dirige la Mallada de la Rabosa y de ahí a Santa Magdalena de Pulpis, un pueblo de marcado carácter morisco.

La senda que desciende desde la Mallada sigue el margen del barranco de Carreres y lleva a una vía pecuaria de difícil trazado y desde la que sale una pista de tierra que va hasta el área del Mas del Señor, una frondosa olmeda con manantial que permite una cómoda parada.

El recorrido continúa por la misma pista, pasa junto al Pou del Moro y lleva hasta una barraca de volta hecha de piedra en seco a imagen y semejanza de los antiguos refugios del Maestrazgo en el camino de Irta. Un camino a la izquierda desciende hacia la costa, hasta un tramo no asfaltado de la colada del Pebret, vía pecuaria que discurre paralela a la línea de costa.

Al llegar a la playa del Pebret, que alberga un pequeño pero magnífico ecosistema dunar, se puede visitar los restos de un antiguo cuartel de carabineros utilizado hasta la década de los cincuenta.

A partir de ese punto, el itinerario sigue las calas y los salientes en la línea de la costa y lleva hasta los acantilados de Abadum de más de 40 metros de altura y coronados por la Torre Badum, desde donde se vigilaban las incursiones piratas.

Desde las alturas

La primera variante de la ruta PR-194 es la que arranca desde el barranco de Pitxells. La señalización dirige la ruta a una rampa que lleva a un antiguo camino carretero con paredes de piedra y las marcas de las ruedas grabadas de forma indeleble en el firme. La ruta sube hasta el Corral de Baltasar, una construcción de piedra seca en al que se guardaban en invierno los rebaños trashumantes de ovejas merinas que pastaban en Irta.

La ruta pasa por una balsa de recogida de aguas pluviales y lleva hasta el alto de Vistahermosa, una explotación agropecuaria abandonada. Desde ese punto, el camino por la sierra conduce a la ermita de Sant Antoni.

Por la ladera de La Mola

Con una longitud de casi 20 kilómetros, esta senda esquiva la parte más alta de la sierra. La ruta empieza un kilómetro antes de la ermita de Sant Antoni por una senda que discurre por la ladera de la Mola hasta una gran terraza de piedra seca que desciende hasta la Font Nova y de ahí al barranco de Malaentrada, con abundantes restos de la tradicional arquitectura rural mediterránea. El camino concluye en una pista de tierra que conduce hasta el área recreativa del Mas del Señor.

Desde Mas del Señor a Pebret

Esta variante sale desde el área recreativa y recorre tanto la parte alta de la sierra como la costa. Desde el Mas del Señor sigue una pista de tierra hasta un desvío que avanza hasta la cornisa desde donde se ve el llano del Pebret. El camino lleva hasta un conjunto de ruinas, posiblemente un poblado medieval, y de allí desciende hasta la costa, donde enlaza con la colada del Pebret que lleva directamente hasta la playa.

La Fortaleza del Papa Luna

PeñiscolaLa construcción del castillo de Peñíscola empezó en 1294 y sus promotores, los enigmáticos templarios, lo edificaron a imagen y semejanza de los castillos de Tierra Santa. El fortín, sobrio, austero y siempre rodeado del omnipresente Mediterráneo, ocupa la parte más elevada del peñón sobre el que se sustenta la antigua ciudad y vivió su mayor esplendor durante los doce años que fue el refugio del Papa Luna.

La fortaleza sufrió varias reformas cuando Benedicto XIII fijó en ella su residencia. El 21 de julio de 1411, el Papa entró en Peñíscola con varios de sus cardenales convirtiéndola en la tercera sede pontificia de la historia, tras Roma y Aviñón.

La vida del Papa Luna fue controvertida y singular, una existencia insólita que estuvo rodeada de extraños y quiméricos lances. Pedro Martínez de Luna nació en 1328 en el castillo de Illueca en Zaragoza. Después de estudiar Derecho Canónigo en la Universidad de Montpellier se dedicó al magisterio y se consagró a la Iglesia. Tras ser nombrado cardenal sucedió al primer Papa de Aviñón, Clemente VII. Durante el Concilio de Pisa, celebrado en 1403, procuraron sin conseguirlo que el Papa Luna renunciara al papado. A partir de ese momento, varios intentos de envenenarle y el paulatino abandono de sus seguidores marcaron su vida y la de Peñíscola.

Benedicto XIII se refugió en el castillo, se rodeó de obras de Ovidio, Averroes, Petrarca, Santo Tomás y Séneca, escribió sus tratados y ocultó el Códice Imperial, un enigmático pergamino escrito por el emperador Constantino y guardado en cánula de oro que desapareció tras su muerte y que nadie ha encontrado a pesar de los intentos de hallarlo por parte de papas y reyes.

Cuenta la leyenda que el Papa Luna era un hombre milagroso, dicen que una noche extendió su manto por encima del Mediterráneo y ayudado de su báculo llegó a Roma para decirle a Martín V: “yo soy el verdadero Papa”. Dicen también que construyó en una noche una escalera hasta el mar para poder huir en su galera, la Santa Ventura, tras el abandono de los suyos. Esa noche perdió en el mar su anillo papal, una excepcional joya que nadie ha logrado hallar, porque el mar escondió la ofrenda.

Como llegar

En tren: Estación Benicarlo-Peñíscola (7 kms. de Peñiscola)

En autobus:

  • Desde Cataluña, Aragón, Castellon, Valencia, Pais Vasco: Hife, teléfono: +34 902 119 814.
  • Desde Madrid: Autores, teléfono: +34 902 020 999.

En taxi: Unión Radio Taxi Benicarlo Peñíscola, teléfono +34 964 46 05 06.

En avión: Aeropuerto de Manises (Valencia): 150 km.

En coche: Autopista AP7 salida 43

Mapa de Peñiscola para descargar

Puedes descargar gratis un Mapa Turístico de Peñiscola desde aquí. El mapa está disponible en PDF (901 Kb): Mapa Turístico de Peñiscola

Mapa de localización de Peñiscola





Que cosas hacer en Valencia